Como buena ropa interior, los calcetines
son prendas de uso personal que se ubican bajo las prendas exteriores.
Claro que, en su caso, en lugar de tapar pectorales y genitales cubren
el pie y parte de la pierna.
Sin embargo, en lo que a
relaciones sexuales se refiere, nadie recuerda que formen parte de ese
complejo mundo estimulante y excitante que se le atribuye a la ropa
interior y pasan a la categoría de complemento anti erótico por
antonomasia. Muy mal, amigos.
Y no porque estemos siendo unos racistas de los
calcetines –que también–, sino porque estamos completamente equivocados.
Resulta que ese accesorio que te apresuras a retirar de tus
extremidades para conseguir crear el clímax apropiado para la ocasión y
disfrutar de una buena sesión de sexo placentero, debería quedarse en su posición habitual.
Los calcetines son capaces de mantener nuestros pies, entrepiernas y mentes bien calentitas… Y mucho más de lo que pensábamos.
Así lo demostró un equipo de investigadores suizos
quienes, analizando las propiedades de esta prenda de vestir, se dieron
cuenta de que podían ser la solución para las personas incapaces de
mantener unos patrones de sueño saludables.
Resulta que cuando estamos a un tris
de dormirnos, nuestros cerebros envían el mensaje a nuestros cuerpos de
aumentar la circulación sanguínea para que la temperatura corporal se
mantenga estable y estemos tan a gustito que nos relajemos por completo. Total, si tenemos los pies cubiertos y bien protegidos, conseguimos una especie de efecto estufa
que impide que el calor se escape por las extremidades y la sangre
fluya guardando una temperatura corporal idónea a una velocidad mucho
más rápida.
Que dirás, “pero si me quedo sopa, casi que
sexo el justo, ¿no?”. No tiene por qué. La relajación física y la
comodidad son componentes integrales e imprescindibles para alcanzar el orgasmo. Así, al sentirnos cómodos y calentitos podemos activar la circulación en todo nuestro cuerpo, incluidas las zonas genitales.
¿Te parece poco? Pues allá va otro argumento –sí,
científicamente testado—de que los calcetines pueden resultar de lo más
útil para nuestro bienestar sexual. A la par que nos evitan algún que
otro molesto resfriado –sería ridículo obviar su gran propiedad para la
salud–, son capaces de mejorar las relaciones sexuales de los individuos a unos niveles inquietantes.
Otros científicos, en este caso de la Universidad de Groningen,
aseguraron allá por 2005 que dejárnoslos puestos incrementa de una
forma impresionante las posibilidades de llegar al orgasmo.
Sin calcetines, un grupo de parejas heterosexuales
tuvo la suerte de alcanzar el éxtasis final en un 50% de las ocasiones.
¿Qué ocurriría con quienes se los dejaron puestos? Magia: el porcentaje
de orgasmos ascendió al 80%. Lo mejor y menos esperado es que fueron
ellas quienes los gozaron a lo grande.
Los investigadores encontraron que cuando las mujeres tienen los pies calientes se calma la amígdala y la corteza prefrontal,
las áreas del cerebro responsables de controlar los sentimientos de
ansiedad, miedo o alerta ante señales de peligro. O lo que es lo mismo,
con el cerebro relajado, les resulta mucho más sencillo llegar al orgasmo.
Y
de paso, se ahorran esos molestos tirones en el arco del pie estando en
plena faena porque se les han quedado helados. Porque no, lo que te ha
ocurrido más de una vez no era algo paranormal, amiga.
Ante todo, que no te aprieten las gomitas. Y, ojo,
que hablamos de las que van pegadas a los tobillos. A partir de ahora,
dale nuevas utilidades al mítico eslogan: póntelos, pónselos. También
los calcetines.